Un rinconcito en Colegiales. Un oasis a cuadras de la transitada Cabildo. Pipí Cucú es uno de esos lugares que logran generar una atmósfera de armonía y alegría en plena ciudad.
Una pizarra en la vereda te invita a pasar con alguna frase inspiradora como: «¿Cuál es la prisa?» Ese concepto se combina a la perfección con el amor que le ponen sus dueños Violeta Trocca, Nahuel Lema, Alberto Scilingo y Miguel Dutruel , con su ambientación parisina llena de arte y colores y su cercanía al Pasaje General Paz, una construcción antigua del año 1925 que aún se conserva intacta. Te invitamos a conocer los sabores súper caseros de su carta y a entender por qué vale la pena conocerlo en esta charla con Miguel Dutruel.
¿Qué era este lugar antes de ser Pipí Cucú?
Era una pizzería. Pero nada que ver a lo que es ahora, era solamente un rectángulo chico. El pasaje que tiene al lado es un valor agregado, es divino. Un edificio privado. Medio parisino. Y hace ocho años que el localcito se convirtió en Pipí Cucú. Estamos en un lugar no tan transitado, como escondidito; eso le da un encanto especial. Siempre vino gente del Pasaje y del barrio, pero poco a poco con el boca en boca, empezó a venir gente de todos lados. Hay gente que viene desde muy lejos… De Barrio Norte, de Tigre, de Pilar. Pero nuestra clientela es muy habitué. Estamos muy contentos por eso.
Contame un poco sobre la ambientación y la decoración, que es súper llamativa.
La decoración en un principio la hizo Sergio De Loof, que fue uno de los primeros socios, un chico del under. Puso esta impronta, muchas cosas de él aún se mantienen. Es un artista muy copado, y tiene esta cosa de mezclar; las vajillas son todas distintas, las sillas son todas distintas, los cuadros, los collages. Violeta también hace mucho de esto. Ella puso ese adorno en la lámpara -se refiere a miles de cintas de colores que cuelgan de una araña-. Y además generamos muestras con diferentes cuadros de distintos artistas que van rotando.
Y además tienen ese piano ahí que queda genial ¿Tienen ciclos de música?
Sí, eso nos encanta, tenemos un club de música. Los lunes hay piano y jazz como para relajar un poco después del día, los martes acordeón. Tenemos al pianista Pablo Citarella. Y la gente por ahí se suma a cantar, se pone a bailar. Siempre hay alguien que dice: «Che, ¿puedo cantar?». Ya los fines de semana la música es más invasiva y hay más gente. Tenemos una carta de tragos muy buena a cargo de nuestro «barman internacional», Alberto Scilingo. Muchas veces caen clientes tipo a las 20 a tomar un trago y después se quedan a cenar.
¿En qué consiste la carta de comidas?
Es todo cocina de autor, tenemos siete entradas, siete platos, siete postres, que van rotando según la estación del año. Salvo algunos clásicos que se mantienen siempre como las mollejas crocantes con reducción de cerveza, miel de caña, rúcula y tomates asados, o la bondiola braseada con puré de batatas y miel de caña o el postre Pipí Cucú, una copa helada increíble. Ahora en otoño tenemos pescado, ojo de bife, pastas secas italianas, rissottos, canelones. Es una comida simple pero bien hecha, y eso es lo mejor para mí.
Y para vos, ¿qué tiene que tener un bar para ser exitoso?
Todo pasa por poner el amor que uno tiene, yo creo que todo pasa por ahí. Y el lugar tiene que tener una identidad auténtica, este bar te invita a ser auténtico. Por eso ese cartel «No Repitas» -señala a un cartel que hay en una pared- va un poco a eso, a que seas auténtico, que tengas tu propia identidad. Y es así con el bar también, hay que confiar en lo que a uno le apasiona y ponerle pasión y corazón. Acá yo atiendo y recibo a los clientes como me gustaría que me reciban a mí. Acá pasa de todo. Antes Calamaro vivía en el Pasaje General Paz y venía siempre a tomar algo y comer, y así empezaron a venir músicos como Calle 13, y otros más. Se han armado zapadas. Hasta un 14 de febrero un cliente del bar copó la parada y pidió silencio para pedirle casamiento a su mujer con flores y alianzas, arrodillado. A nosotros nos encanta que pasen esas cosas.
Pipí Cucú está ubicado en Ciudad de la Paz 557, Colegiales.
Teléfono: 4552-3742
Facebook: https://www.facebook.com/pipicucurestaurant/
Junio 2016