Cultura

BELLEZA HISTÓRICA

Muchas fueron las historias, conversaciones, experiencias y hechos que quedaron plasmados entre las paredes y los patios de estos edificios históricos de la Ciudad de Buenos Aires, que a pesar de tener casi más de un siglo de vida, mantienen intactas su belleza y su magia. Conocer un poco sobre su origen y embelesarse con su imponente arquitectura es una forma de adentrarse en la historia y redescubrir las huellas del pasado porteño.

 

LA COLORADA – ESTIRPE INGLESA

En 1911, en pleno auge del ferrocarril y las relaciones comerciales entre Inglaterra y Buenos Aires, el arquitecto e ingeniero británico Regis Pigeon desembarcó en el Puerto de Buenos Aires y no llegó solo; trajo una gran idea y muchos materiales provenientes de las Islas Británicas para realizarla: crear un edificio que representara la arquitectura inglesa y alquilar sus departamentos a personal jerárquico de las empresas ferroviarias. Con toneladas de ladrillos y una estructura de hierro para sostenerlos, logró construir La Colorada, uno de los edificios históricos más exquisitos de Buenos Aires. Esta obra ubicada en la calle Cabello 3791, en pleno Palermo Zoo, le hace honor a su nombre por estar construida íntegramente con ladrillos colorados, que al llover parecen cambiar de color y cobrar uno aún más intenso. Es una fiel muestra del estilo neoclásico inglés y la gran influencia europea en la arquitectura argentina de esa época.

Tal es su atractivo al admirarlo que fue escenario de diversas películas y cortos, entre ellos «El vampiro negro» de Román Viñoly Barreto (1953), «Sentimientos» de Jorge Coscia y Guillermo Saura (1987) y Apartment Zero de Martin Donovan (1988). Años después de su construcción La Colorada pasó a manos de la familia Mitre. Cuenta con veinte unidades distribuidas en una planta baja, cuatro pisos y sótanos que hoy funcionan como bauleras, y en aquel entonces eran las dependencias donde alojaban a la servidumbre. El ascensor principal que une todos los departamentos es de hierro y madera y está flanqueado por una escalera de mármol y herraje que desemboca en una claraboya gigantesca desde donde entra la luz solar para iluminar intensamente el edificio durante casi todo el día. Los techos de los departamentos son de bovedillas y tienen dinteles de hierro a lo largo del cielo raso; los pisos son de pinotea, también importada de Inglaterra. Cuesta creer que esta zona de Palermo en el 1900 era conocida como «La Tierra del Fuego, porque en ella únicamente existía la Penitenciaría de Las Heras (hoy Parque Las Heras), el Hospital de Tuberculosos (hoy Hospital Fernández) y los galpones y fábricas de la Cerveza Palermo (sobre Scalabrini Ortiz).

PALACIO LOS PATOS – UNA RÉPLICA PARISINA

Un edificio con estilo francés de ley: fue creado siguiendo los preceptos y reglas del L’École des Beaux-Arts de París, que concebía a las obras arquitectónicas como verdaderas obras de arte, que debían ser realmente bellas. Fue Alfredo Chopitea, un constructor argentino enamorado de París, quien en 1929 quiso hacerle honor a estos preceptos y copiar una obra que lo fascinó en uno de sus viajes a la Ciudad de las Luces. De la mano del arquitecto francés Henri Aziére y el argentino Julio Senillosa, Chopitea concretó su objetivo y construyó este edificio, que según cuenta la leyenda, se llama «Los Patos» en alusión a quienes lo habitaban: familias quebradas de la alta sociedad, que habían heredado el perfil burgués pero no el dinero de sus antepasados. En lunfardo, «pato» es alguien que no tiene dinero, que está «seco» como un pato. Y así fue como el inquieto constructor argentino decidió crear este edificio para alquilarlo a este tipo de familias, ávidas de mantener alta su estirpe. Ubicado en Ugarteche 3050, ocupa una superficie de 22 mil metros cuadrados y cuenta con 144 unidades funcionales, representadas ya desde la entrada por un enorme buzón de hierro con detalles en bronce y 144 casilleros. Al ingresar en el edificio uno puede perderse fácilmente entre esos nueve patios internos que desembocan en privilegiados departamentos de planta baja con ventanas de vitreaux, puertas de madera barnizada y terminación ovalada, que a través de corredores de mosaicos blancos, negros y rojos, confluyen en un lujoso patio principal (que ocupa un cuarto de la superficie total del terreno), rodeado de árboles, bancos y un reloj gigante de hierro negro con cuatro caras. Hasta Borges -en su libro El Aleph- alude a Los Patos como «un auténtico laberinto, una casa labrada para confundir a los hombres». Políticos, científicos, intelectuales y artistas han vivido y viven hoy en este Palacio.

EL PALACIO DE LOS GANSOS – UNA INVENCIÓN RACIONALISTA

La coincidencia entre gansos y patos no es casual; fue Chopitea, el constructor e ideador de Los Patos quien en el año 1942 decidió construir una nueva obra a una cuadra de su primer palacio, en Las Heras y Ugarteche. Así fue como creó Los Gansos, un gran edificio residencial, con una arquitectura muy diferente a la de su anterior creación: Este es racionalista y el otro era definitivamente más señorial. Los responsables de la obra esta vez fueron Luis Olezza y Ernesto Vautier. Cuenta con doce pisos y setenta viviendas distribuidas en tres volúmenes interconectados que ocupan apenas la mitad del terreno; el resto es un gran jardín de uso común, densamente arbolado y decorado con estatuas y juegos de plaza. La fachada del edificio es una de las características que más sorprende: está íntegramente construida con fuertes zócalos de piedra Mar del Plata, cuestión que le da una expresión pintoresca.

BONUS TRACK: EL PASAJE GENERAL PAZ – ENTRE BELGRANO Y COLEGIALES

Entre las calles Zapata y Ciudad de la Paz se erige este pasaje que es un verdadero viaje al pasado; nació como un ensayo de vivienda colectiva, un reflejo de las transformaciones sociales de principios de siglo, signado por el gran caudal de inmigración y el ascenso económico y social de las familias extranjeras. Como una alternativa de mejor calidad que la de los conventillos, el ingeniero y arquitecto Pedro Vinent (el mismo que creó el Barrio Inglés de Caballito) en 1925 decidió construir este pasaje residencial. Está conformado por 57 unidades perimetrales de planta baja y tres pisos, tres patios con bancos cubiertos de mayólicas y macetas colgantes que le dan una estética delicada a todo el lugar. Todas las viviendas están conectadas mediante un patio en común y los balcones están enfrentados, con el fin de generar interacción social entre los vecinos. Vale la pena acercarse a sus portones (El de Zapata y el de General Paz) para admirar la belleza de este lugar que parece mantener la historia viva.

 

Noviembre 2016